Retardantes de llama potencialmente cancerígenos en el interior de su automóvil

Un estudio reciente publicado en la revista Environmental Science & Technology ha puesto de relieve un tema alarmante: la presencia de retardantes de llama potencialmente cancerígenos en el aire dentro de nuestros automóviles. 

El estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Duke, reveló que estos productos químicos, utilizados en materiales para el acolchado de los asientos para cumplir con los estándares de inflamabilidad, se filtran al aire de la cabina, lo que plantea importantes riesgos para la salud de los conductores, pasajeros y, en particular, de los niños.

El estudio involucró 101 vehículos estadounidenses fabricados entre 2015 y 2022. 

Se colocaron bandas de silicona dentro de los automóviles durante una semana para evaluar los niveles de retardantes de llama, con un enfoque específico en los ésteres organofosforados (OPE, siglas en inglés). 

Los resultados fueron sorprendentes:  se detectaron OPE en el aire de la cabina de los 101 vehículos, lo que indica una exposición generalizada a estos químicos.

El fosfato de tris(1-cloroisopropilo) (TCIPP, siglas en inglés) se encontró en un asombroso 99% de los vehículos y también fue el retardante de llama dominante en el acolchado de los asientos. 

Es preocupante que un Informe Nacional de Toxicología de EE. UU. de 2023 encontró evidencia de actividad cancerígena en animales expuestos al TCIPP.

El calor del verano exacerbó el problema: las concentraciones de retardantes de llama fueron de 2 a 5 veces mayores en verano en comparación con el invierno, probablemente debido al aumento de la emisión de gases del interior de los automóviles en temperaturas más cálidas.

La coautora del estudio, Lydia Jahl, científica principal del Green Science Policy Institute, expresó su preocupación: “El desplazamiento al trabajo no debería implicar un riesgo de cáncer, y los niños no deberían respirar sustancias químicas que puedan dañar sus cerebros en su camino a la escuela.”

La Dra. Heather Stapleton, otra coautora, se hizo eco de este sentimiento y destacó los posibles impactos en la salud del TCIPP, incluida la carcinogenicidad, la neurotoxicidad y la alteración de la hormona tiroidea. 

También señaló la falta de evidencia que respalde el uso de estos químicos en los asientos de los automóviles para salvar vidas, al tiempo que enfatizó que generan más humo y químicos tóxicos cuando se queman.

El estudio ha provocado llamados para una reevaluación de la Norma Federal de Seguridad de Vehículos Motorizados (FMVSS) 302, que exige el uso de retardantes de llama en los vehículos. 

Los expertos, incluido Patrick Morrison de la Asociación Internacional de Bomberos, sostienen que estos productos químicos hacen poco para prevenir incendios y, en cambio, crean condiciones peligrosas tanto para las víctimas como para los socorristas.

Los hallazgos también provocaron reacciones de personas como Veena Singla, una participante del estudio que se sorprendió al descubrir la presencia de sustancias químicas tóxicas en su automóvil híbrido. 

Sin duda, este estudio ha creado conciencia sobre un tema que antes se pasaba por alto y ha iniciado debates sobre la necesidad de alternativas más seguras y regulaciones actualizadas.

¿Qué podemos hacer?

Si bien la responsabilidad de abordar la raíz del problema recae en los fabricantes y los organismos reguladores, existen medidas que las personas pueden tomar para minimizar la exposición:

Ventile su automóvil: abra las ventanas antes de entrar, especialmente durante los meses más cálidos, y evite la recirculación de aire.

Minimiza la temperatura interior del coche: aparca a la sombra o utiliza un parasol.

Lávese las manos después de estar en el auto.

Apoye a las organizaciones que abogan por regulaciones más estrictas y alternativas más seguras a los retardantes de llama.

Este estudio sirve como claro recordatorio de que incluso espacios aparentemente inofensivos como nuestros automóviles pueden albergar peligros ocultos. 

Mientras luchamos por un futuro más saludable, es fundamental permanecer informado y exigir transparencia y responsabilidad a los fabricantes y organismos reguladores. 

El aire que respiramos, ya sea en casa o en la carretera, no debe costar nuestra salud.

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