Julian Assange: una saga de espionaje, política y una remota isla del Pacífico

Julian Assange, el enigmático fundador de WikiLeaks, fue liberado de la prisión de Belmarsh en Londres el lunes. 

Su libertad no llegó gracias a una victoria judicial, sino a un acuerdo con el gobierno de Estados Unidos. 

Esto marcó el final de una odisea legal de 14 años que abarcó continentes y desató feroces debates sobre la libertad de prensa, la denuncia de irregularidades y el papel de la transparencia en la era digital.

Assange, que había pasado cinco años en una prisión de alta seguridad y siete años antes en la embajada de Ecuador en Londres, se enfrentaba a la extradición a Estados Unidos por 18 cargos relacionados con la publicación de documentos militares y diplomáticos clasificados por parte de WikiLeaks. 

Los cargos conllevaban una pena máxima de 175 años.

Sin embargo, después de intensas negociaciones y un creciente coro de llamados a favor de la liberación de Assange, el gobierno de Estados Unidos aceptó un acuerdo de culpabilidad. 

Se declaró culpable de un solo cargo de conspiración por obtener y revelar información clasificada de defensa nacional. 

A cambio, Estados Unidos retiró los cargos restantes y aceptó una sentencia de 62 meses, el tiempo que Assange ya había cumplido en el Reino Unido.

El acuerdo de culpabilidad se formalizó el miércoles en una sala del tribunal de Saipán, la isla más grande de las Islas Marianas del Norte, un remoto territorio estadounidense en el Océano Pacífico. 

La elección de Saipán, un territorio a miles de kilómetros de distancia del territorio continental de Estados Unidos, se hizo para apaciguar a Assange, que se había resistido a poner un pie en suelo estadounidense. 

También le permitió estar más cerca de su Australia natal, a donde finalmente viajaría. La noticia de su liberación causó conmoción en todo el mundo. 

Mientras algunos lo celebraron como una victoria para la libertad de prensa y una reivindicación de la lucha de Assange contra el secreto gubernamental, otros lo vieron como un precedente peligroso que podría sofocar el periodismo de investigación y envalentonar a los regímenes autoritarios.

REACCIONES AL ACUERDO DE DECLARACIÓN DE CULPABILIDAD DE JULIAN ASSANGE

Stella Assange, la esposa de Julian, expresó su júbilo por su liberación, pero reconoció la gravedad de su condena. 

“El hecho de que exista una declaración de culpabilidad en virtud de la Ley de Espionaje en relación con la obtención y divulgación de información de defensa nacional es obviamente una preocupación muy seria para los periodistas y los periodistas de seguridad nacional en general”, dijo a Reuters.

Su madre, Christine Assange, dijo que estaba “agradecida de que la terrible experiencia de mi hijo finalmente esté llegando a su fin”.

Sus partidarios, muchos de los cuales habían estado haciendo campaña por su liberación durante años, estaban eufóricos. 

Katherine Kelly, miembro de la Alianza para los Enjuiciamientos Políticos, dijo que la liberación fue “fantástica… tengo ganas de llorar”.

El primer ministro australiano, Anthony Albanese, que había sido un firme defensor del regreso de Assange a Australia, acogió con agrado la noticia, calificándola de “resultado positivo” y destacando los esfuerzos de su gobierno para asegurar su liberación. 

“Este trabajo ha sido complejo y ha sido considerado. Así es como se ve defender a los australianos en todo el mundo”, dijo al parlamento.

Sin embargo, los críticos, incluido el ex vicepresidente estadounidense Mike Pence, condenaron el acuerdo como un “error judicial”.

Jameel Jaffer, director del Instituto Knight de la Primera Enmienda de la Universidad de Columbia, advirtió que el acuerdo de culpabilidad podría sentar un precedente peligroso para el periodismo de investigación.

Si bien evitó un posible fallo judicial que podría haber tenido consecuencias catastróficas para la libertad de prensa, Jaffer expresó su preocupación por el precedente sentado por la condena de Assange. 

“Sigue siendo una especie de precedente político… [que] alguna futura administración podría citar para presentar este tipo de caso nuevamente”, dijo Jameel Jaffer.

UNA MIRADA RETROSPECTIVA A LA SAGA WIKILEAKS

La batalla legal de Assange comenzó en 2010, cuando WikiLeaks publicó una serie de filtraciones de la ex analista de inteligencia del ejército Chelsea Manning, incluido el famoso vídeo “Asesinato colateral”, que mostraba un ataque con un helicóptero Apache estadounidense que mató a dos periodistas de Reuters y a varios civiles iraquíes. 

WikiLeaks también publicó miles de documentos clasificados relacionados con las guerras en Irak y Afganistán, exponiendo crímenes de guerra y abusos contra los derechos humanos.

El gobierno de Estados Unidos, acusando a Assange de poner en peligro la seguridad nacional y poner vidas en riesgo, inició una investigación criminal. 

Manning fue condenada y encarcelada por las filtraciones, pero luego le conmutaron la sentencia.

Assange, temiendo la extradición a Estados Unidos, buscó refugio en la embajada de Ecuador en Londres en 2012. 

Pasó siete años allí hasta que Ecuador le retiró el asilo y permitió que la policía del Reino Unido entrara a la embajada y lo arrestara.

En 2019, Estados Unidos lo acusó de 18 cargos, incluidos espionaje y piratería informática. 

Se enfrentaba a una posible sentencia de hasta 175 años de prisión. Estando en prisión se casó con su pareja, Stella Moris, con quien tiene dos hijos.

EL PAPEL DE AUSTRALIA EN LA LIBERACIÓN DE JULIAN ASSANGE

El gobierno australiano jugó un papel importante a la hora de conseguir la liberación de Assange. 

El Primer Ministro Albanese, junto con miembros clave del gabinete, realizaron intensos esfuerzos diplomáticos, presionando a funcionarios estadounidenses y británicos. 

Destacaron la necesidad de cerrar el caso y puso de relieve la difícil situación de un ciudadano australiano.

El ex primer ministro Kevin Rudd, actual embajador de Australia en Estados Unidos, y el ex ministro de Defensa Stephen Smith, principal enviado de Australia al Reino Unido, también desempeñaron papeles claves. 

La visita de Smith a Assange en la prisión de Belmarsh en 2023 fue un importante acto simbólico de apoyo.

LA LIBERACIÓN DE JULIAN ASSANGE HA DEJADO UN LEGADO COMPLEJO

Mientras sus partidarios lo celebran como un triunfo de la libertad de prensa, sus críticos siguen preocupados por el precedente sentado por su condena y sus colaboraciones pasadas con regímenes autoritarios.

El propio Assange no ha hablado públicamente desde su liberación y aún no está claro cuáles son sus planes futuros.  La saga de Julian Assange está lejos de terminar. 

Es probable que los debates en torno a sus acciones y las implicaciones para la libertad de prensa continúen en los años venideros. 

Sin embargo, una cosa es segura: la era digital ha cambiado irrevocablemente la dinámica de la transparencia, la denuncia de irregularidades y la rendición de cuentas de los gobiernos.

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