La semana pasada, dos pueblos en la República Democrática del Este del Congo fueron golpeados por inundaciones y deslizamientos de tierra que cobraron la vida de más de 400 personas, lo que lo convierte en uno de los desastres naturales más mortales en la historia reciente del país.
La fuerte lluvia en el territorio de Kalehe en la provincia del sur de Kivu hizo que los ríos se desbordaran barriendo casas, cultivos y personas.
La ladera también colapsó en Nyamukubi, donde se celebró un mercado semanal el jueves, enterrando a cientos de comerciantes y clientes bajo barro y escombros.
El número de muertos por las inundaciones se ha duplicado desde el viernes, cuando el gobernador provincial reportó 176 muertos.
Según Thomas Bakenga, el administrador del territorio de Kalehe, hasta ahora se han recuperado 394 cuerpos y aún faltan más.
Dijo que se encontraron 142 cuerpos en Bushushu, 132 en Nyamukubi y 120 flotaban en el lago Kivu cerca de la isla Idjwi.
La Cruz Roja y otras agencias humanitarias han estado trabajando incansablemente para recolectar e identificar los cadáveres, brindar atención médica a los sobrevivientes lesionados y distribuir artículos de alimentos y ayuda a las comunidades afectadas.
Las inundaciones también han causado daños significativos a la infraestructura y los medios de vida en la región.
Muchas aldeas han sido sumergidas, se han cortado las carreteras, los puentes han sido destruidos y los campos se han arruinado.
El gobierno provincial ha enviado un bote lleno de frijoles, harina y otros alimentos, lonas y medicamentos para ayudar a las víctimas.
Sin embargo, el acceso a algunas áreas sigue siendo difícil debido al terreno y los desafíos de seguridad.
La República Democrática del Congo es uno de los países más pobres del mundo, plagado de corrupción y conflicto en el Este, donde los grupos armados operan con impunidad.
El gobierno de RDC declaró el lunes un día de duelo nacional, con banderas bajadas a media asta “en memoria de los compatriotas perdidos”.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ofreció sus condolencias a las víctimas de las “inundaciones catastróficas” en Ruanda y la RDC, que ocurrieron con dos días de diferencia y mató a más de 500 personas combinadas.
Dijo que esta es otra ilustración de acelerar el cambio climático y su desastroso impacto en los países que no han hecho nada para contribuir al calentamiento global.
Los expertos dicen que están ocurriendo eventos climáticos extremos con una mayor frecuencia e intensidad debido al cambio climático.
Las inundaciones en el Este de la RDC han expuesto la vulnerabilidad de millones de personas que viven en condiciones precarias y carecen de recursos adecuados para hacer frente a los peligros naturales.
También han destacado la necesidad de una mayor inversión en la reducción del riesgo de desastres y la construcción de resiliencia en la región.
A medida que los sobrevivientes lloran a sus seres queridos e intentan reconstruir sus vidas, merecen nuestra solidaridad y apoyo.