Por Altagracia Pérez Pytel
Fotos: Martin Pytel
Explorar a Viena comprende, esencialmente, descubrir a dos grandes íconos de la cultura austríaca: el genio musical de Mozart y a la emperatriz Elizabeth, mejor conocida como Sissí.
Elizabeth de Wittelsbach, la joven duquesa que con su gran belleza, y sólo 16 años, cautivٌó al emperador Francisco José I de Austria; con el legado de su enigmática personalidad y vida trágica, cada vez más atrae más público al Museo que se ha erigido en su honor y, que reúne parte de sus objetos personales.
Recorrer sus salas, es adentrarse al exquisito mundo que acogió la corte vienesa, en el reinado de la dinastía Habsburgo.
En especial, el primer piso del Museo, que está destinado a exhibir gran parte de las piezas de la fina cristalería y Platería de la corte.
Sin embargo, tras el final de la monarquía de los Habsburgo, los objetos de la Platería de la Corte, pasaron a ser propiedad de la República de Austria. Allí están vajillas en porcelana china, porcelanas con incrustaciones elaboradas por los mejores orfebres de Europa, especialmente de Venecia.
El museo Sissí comprende seis salas que exhibe aspectos y momentos cumbres de la vida de esta emperatriz. Entre éstos se encuentran, la muestra permanente de sus objetos personales, que incluye retratos, sombrillas, guantes, joyas, la diadema y el vestido [recreación] que llevó la noche de su despedida de soltera.
Se dice que pasaba largas horas, en un cuarto ante su peinadora, donde alisaba su cabello que le llegaba a una cintura, de un grosor de 47 cms, para una altura de 1,72 metros.
En tanto, las habitaciones destinadas al despacho del emperador Francisco José I, -según explica la guía- revelan a un hombre disciplinado, riguroso, que sabía levantarse muy temprano, ya que se consideraba como un funcionario al servicio del pueblo.
Sissí, mujer de una gran personalidad, que hablaba varios idiomas, fumaba y era una apasionada de la equitación, al parecer ser tuvo gran influencia en muchas de las decisiones políticas de su marido, aunque parte de su vida lo pasó viajando, huyendo del ceremonial de la corte, al que detestaba profundamente.
Su vida que tal vez, no deseo a plenitud, por el rol que le tenía reservado el destino, de muchos deberes que le exigía su rango, se vio marcada por varios incidentes funestos, como la muerte de su primera hija, el suicidio de su único hijo varón y luego su propia muerte, asesinada por un anarquista italiano.
Su poeta preferido fue Heiner, y sus poemas, los cuales yacen expuestos en este Museo, demuestran una personalidad exquisita, reflexiva y misteriosa, atrapada en sus propias circunstancias, que buscaba de la poesía, y los viajes, como una manera de escapar del ritual de la corte y tal vez, de sí misma.
“ Los destinos son únicamente codiciables