Por Altagracia Pérez Pytel
“Todas estamos despiertas…” Virginia Woolf
A principios de este mes, se conmemora con mucho regocijo, el Día Internacional de la Mujer.
Una vez más, nos reunimos en torno a conferencias, charlas, e interesantes debates, que tendrán siempre por firmes propósitos poner en relieve la figura de la mujer, sus derechos y su destacada labor.
A través de los últimos años, la proyección de la mujer, como ente social y productivo ha sido muy activa. No obstante, todos sabemos que éstas siempre han aportado, independientemente de que se les reconozca.
Indudablemente, la mujer actual ha sabido encarar el rol que, con tanto denuedo, conquistaron sus antecesoras. En todas las áreas que ha intervenido y que hasta entonces era tareas realizadas por los hombres, lo ha hecho con verdadera eficacia. Tanto así, que esto le ha valido el reconocimiento de hombres sinceros que no han temido destacar sus cualidades.
Desde la aparición del Manifiesto Feminista, a través del cual se juró destruir el sistema sexista establecido por los hombres, la mujer ha estado de frente a todos los retos que pueda representar su realización social.
Pero bien, adjunto a todas estas consideraciones justas que se podrían citar, también, es necesario detenernos a a meditar sobre ese ¨trasfondo¨ que en exclusiva, nos atañe a nosotras las mujeres. Este emerge precisamente de ese proceso histórico de ¨ser¨, donde hemos tenido que pelear nuestra identidad, ya sea para adecuarnos al papel exigido por la cultura patriarcal dominante o simplemente negarlo.
Aún más, elevarlo por encima de cualquier sospecha preconcebida. De aquí, que se desprende de esta situación distinta y es esa realidad que se cuela por vernos colocadas en ese laberinto que somos nosotras mismas, como productos de ese trasfondo cultural.
Y es aquí donde cabe la interrogante que muchos se plantean: ¿ qué queremos nosotros las mujeres? Una pregunta absurda, si sólo pensamos en justas reivindicaciones; pero si ahondamos en su peliaguda dimensión, entenderemos su razonabilidad cuando abordamos esa disparidad, esa dualidad que existe en nuestra perspectiva de ser mujer.
Incluso, hay quienes afirman que las mujeres de hoy se encuentran en una crisis peor. Y es que la imagen de la mujer de ayer está profundamente enraizada en nosotras. Todavía, no hemos encontrado un estilo adaptado a las exigencias de nuestra sociedad.
Y es que en definitiva, la mujer segura de si misma, que tiene éxito en todo lo que hace y que es femenina, no constituye una gran mayoría. Por lo que, muchas mujeres modernas cavilan de esta manera: ¿Paso demasiado tiempo dedicada a mi profesión? ¿Soy buena madre? Esto les provoca inseguridad y no encuentran cómo resolver sus dilemas.
Además, ahora se espera mucho más de nosotras: cuidar de la casa, ser sexualmente atractivas, ganar un buen sueldo y participar activamente de la política. De aquí que se generan sentimientos de culpa, cuando no ejecutamos a cabalidad todos estos roles.
Pues, vacilamos entre ambas imágenes subyacentes. Pero lo más significativo de esto, que ambas partes son importantes. Como los hombres, las mujeres somos fuertes y débiles.
Aunque es obvio, la diversidad de roles que tenemos que ejecutar representa un real atentado a nuestra normal existencia. Muchas tienen que hacer malabares para poder jugarlos con eficacia y sin hacerle, luego la guerra al Stress. Ahora bien, lo que hay es que estar conscientes de esta ambivalencia que hay en nosotras.
Al mismo tiempo, apelar a nuestra sensatez para así encontrar una equilibrada síntesis; para esto, es preciso que actuemos como seres individuales. Aceptándonos desde nuestra justa realidad, aún retomando nuestras posibles debilidades, como armas infalibles, en una guerra que parece ser ganada por hombres favorecidos por las circunstancias biológicas y sociales.
Se trata, incluso de ser menos neuróticas en nuestro deseo de probar nuestra valía junto a los hombres. Pero, desde luego, no negando nuestras posibilidades de ser. Sobre todo, educando a nuestros compañeros, colegas, amigos y contemporáneos, para hacerlo participes de nuestros desafíos y elecciones.
Así, juntos emprender la otra parte del camino de liberación que nos reste.
Fotos: Fuente Externa
Datos: Investigaciones Varias