Líderes de América Latina condenan el asalto de Ecuador a la embajada de México

En un impactante giro de los acontecimientos que provocó oleadas de incredulidad en toda América Latina, Ecuador tomó una medida audaz y sin precedentes al irrumpir en la embajada de México en Quito la noche del viernes. 

En el incidente, que tuvo lugar un día fatídico, policías o soldados fuertemente armados escalaron los muros de la embajada, lo que provocó el arresto del ex vicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, que había buscado refugio allí desde diciembre. 

Glas, que había sido condenado por cargos de corrupción, era considerado prófugo por Ecuador y buscado por cargos de corrupción.

Las dramáticas escenas capturadas en vídeo circularon ampliamente en las redes sociales y mostraron el intenso enfrentamiento entre las fuerzas de seguridad y el personal de la embajada.

La redada, presentada como parte de la “guerra contra el crimen” del presidente ecuatoriano Daniel Noboa que lleva tres meses de duración, fue recibida con una rápida y severa condena de varios sectores. 

Los gobiernos de ambos extremos del espectro político en América Latina, incluidos Brasil y Colombia en la izquierda, y Argentina y Uruguay en la derecha, expresaron una fuerte desaprobación de las acciones de las autoridades ecuatorianas. 

El gobierno de Brasil llegó incluso a calificar la redada como una “clara violación” de las normas internacionales que prohíben tales incursiones en embajadas extranjeras, enfatizando la necesidad de respetar las convenciones diplomáticas.

El arresto de Jorge Glas, una destacada figura política que había sido condenado por corrupción en múltiples ocasiones, avivó aún más la controversia en torno al asalto a la embajada. 

La decisión de México de conceder asilo a Glas, a quien Ecuador consideraba un fugitivo, tensó las relaciones entre los dos países. 

La postura del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador de proteger a Glas provocó la ira de la administración de Noboa, lo que provocó un deterioro de las relaciones diplomáticas y, en última instancia, México rompió relaciones con Ecuador.

La comunidad internacional también intervino en la crisis que se estaba desarrollando, y Estados Unidos condenó cualquier violación de la convención que protege las misiones diplomáticas. 

La Organización de Estados Americanos llamó al diálogo para resolver la creciente disputa entre Ecuador y México, enfatizando la importancia de respetar los tratados internacionales y el derecho de asilo. 

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, expresó alarma por la violación de la santidad diplomática y destacó las posibles repercusiones en las relaciones internacionales.

A medida que las consecuencias del ataque a la embajada repercutieron en toda la región, las reacciones de figuras claves subrayaron la gravedad de la situación. 

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, encabezó el coro de críticas, solidarizándose con México y denunciando las acciones de Ecuador como una violación de las convenciones diplomáticas. 

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, fue un paso más allá y condenó el ataque como un acto fascista de barbarie y acusó a Ecuador de violar brutalmente el derecho internacional.

En respuesta a la decisión de México de romper relaciones diplomáticas, Ecuador declaró persona non grata al embajador de México en Quito, aumentando aún más las tensiones entre las dos naciones. 

Después del asalto a la embajada, Jorge Glas fue trasladado a una prisión de máxima seguridad en Guayaquil, lo que simboliza la culminación de un capítulo tumultuoso en el panorama político de Ecuador.

Los acontecimientos que rodearon el asalto a la embajada de México en Quito ponen en evidencia la fragilidad de las relaciones diplomáticas y las complejidades inherentes a los casos de asilo y extradición. 

Es probable que las consecuencias de este incidente tengan implicaciones de gran alcance para Ecuador, México y la región latinoamericana en general, lo que subraya la necesidad de adherirse a las normas internacionales y los protocolos diplomáticos para resolver disputas.

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