La prohibición de asilo de Joe Biden sacude la frontera entre Estados Unidos y México

El panorama político que rodea la frontera entre Estados Unidos y México cambió dramáticamente el martes, cuando el presidente Joe Biden, enfrentando una intensa presión de ambos lados del pasillo, anunció una amplia prohibición de asilo. 

La proclamación, que entró en vigor a medianoche, cierra efectivamente el acceso al asilo para los migrantes sorprendidos cruzando ilegalmente entre puertos de entrada cuando las detenciones fronterizas diarias superan las 2.500 durante una semana. 

Esta medida drástica ha provocado un acalorado debate, planteando interrogantes sobre la legalidad, la eficacia y el corazón mismo de la política de inmigración estadounidense.

La prohibición, implementada mediante una proclamación presidencial, utiliza un estatuto legal conocido como 212(f), anteriormente empleado por el expresidente Donald Trump para sus controvertidas prohibiciones de viaje. 

Esta táctica, aunque legalmente sólida, ha provocado fuertes críticas de ambos lados del espectro político.

La Unión Estadounidense de Libertades Civiles, ACLU, una firme defensora de los derechos de los inmigrantes, ha prometido presentar una demanda, calificando la prohibición de “ilegal” y una continuación de políticas similares a las de Trump. 

Lee Gelernt, el abogado de la ACLU que impugnó con éxito una prohibición similar de Trump, declaró: “Tenemos la intención de demandar. Una prohibición de asilo es ilegal tal como lo era cuando Trump la intentó sin éxito”.

La Casa Blanca, sin embargo, defiende su acción destacando las exenciones humanitarias, como las destinadas a niños no acompañados y víctimas de trata. 

Además, la prohibición sólo se activará cuando las cifras de detenciones en la frontera alcancen un nivel insostenible, una diferencia clave con la amplia orden ejecutiva de Trump.

Mientras tanto, el bando de Trump ha aprovechado la oportunidad para atacar a Biden, acusándolo de entregar la frontera y promulgar una política de “espectáculo” para obtener beneficios políticos. 

Una declaración de la campaña de Trump criticó la exención para menores no acompañados, sugiriendo que fomentaría la trata de niños.

La política también ha generado críticas de destacados legisladores republicanos, quienes, a pesar de llamados anteriores para una seguridad fronteriza más estricta, han calificado las acciones de Biden como insuficientes y políticamente motivadas. 

El republicano del Senado, John Cornyn, rechazó las sugerencias de que los republicanos podrían dar la bienvenida a los cambios, calificándolos de “hoja de parra” y afirmando que Biden “no tiene absolutamente ninguna intención de hacer cumplir nada de esto”.

El senador demócrata Chuck Schumer, por el contrario, culpó a la intransigencia republicana de forzar la decisión de Biden. 

Afirmó que la legislación habría sido más eficaz pero “la intransigencia republicana ha obligado al presidente”.

La implementación de la prohibición está lejos de ser sencilla. 

Quedan dudas sobre cómo la administración deportará rápidamente a los inmigrantes de países lejanos, particularmente aquellos no aceptados por México. 

Además, la orden podría impulsar inadvertidamente un aumento de menores indocumentados que cruzan solos la frontera, reflejando una tendencia observada durante las restricciones del “Título 42” de la era Trump.

La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) expresó su profunda preocupación por las nuevas medidas, afirmando que “negarán el acceso al asilo a muchas personas que necesitan protección internacional”. 

La agencia instó a Estados Unidos a cumplir con sus obligaciones internacionales y reconsiderar las restricciones que socavan el derecho fundamental a buscar asilo.

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM), encabezada por la ex asesora principal de Biden, Amy Pope, ofreció una respuesta más moderada, reconociendo los desafíos que enfrenta Estados Unidos pero enfatizando la necesidad de gestionar la migración respetando al mismo tiempo el derecho a solicitar asilo.

Los alcaldes fronterizos de Texas, en particular los de ciudades de tendencia demócrata, han apoyado con cautela la acción de Biden, considerándola un paso necesario en una crisis compleja. 

El alcalde de Edinburg, Ramiro Garza, quien se unió a Biden en el anuncio, declaró: “Esto, obviamente, no arregla todo nuestro sistema, pero es un paso en la dirección correcta para tratar de ayudarnos a enfrentar este problema”.

Los demócratas progresistas, sin embargo, siguen siendo críticos y consideran que la prohibición es una extralimitación que podría sentar un precedente peligroso. 

El congresista Joaquín Castro expresó su preocupación de que la prohibición pueda convertirse en una práctica estándar para futuros presidentes, particularmente los republicanos, dificultando el acceso al asilo en el futuro.

La eficacia de la prohibición sigue siendo incierta. 

La administración afirma que las deportaciones rápidas disuadirán a los inmigrantes, pero los desafíos logísticos y las limitaciones legales podrían obstaculizar su capacidad para procesar y expulsar rápidamente a las personas.

El ex secretario interino de Seguridad Nacional, Chad Wolf, un republicano, desestimó la prohibición por considerarla demasiado pequeña y demasiado tardía, alegando que no hace nada para abordar el “abuso de asilo” que, en su opinión, plaga la frontera.

El panorama legal tampoco está claro. 

La ACLU, después de haber desafiado con éxito una política similar de Trump, ya ha prometido impugnar la acción de Biden en los tribunales.

El debate en torno a la prohibición de asilo de Biden subraya las profundas divisiones que rodean la política de inmigración en Estados Unidos. 

Mientras que algunos lo ven como una medida necesaria para restablecer el orden y disuadir los cruces ilegales, otros lo ven como una crueldad y violación ilegal de los derechos humanos fundamentales. 

Es probable que las próximas elecciones de noviembre, en las que Biden se enfrenta a Donald Trump, intensifiquen este debate, convirtiendo la frontera entre Estados Unidos y México en un campo de batalla clave en la carrera por la Casa Blanca.

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