Nikki Haley abandonará las primarias republicanas y dejará a Trump en ascenso

Después de un Súper Martes contundente que la vio derrotada en todo el país, Nikki Haley suspenderá su campaña para la nominación presidencial republicana, dijeron fuentes familiarizadas con sus planes. 

En un anuncio programado para el miércoles por la mañana en Charleston, se espera que Haley reconozca el fin de su candidatura a la Casa Blanca, pero no llegue a respaldar al expresidente Donald Trump, el hombre que dominó las primarias y ahora parece dispuesto a conseguir la nominación.

La partida de Haley elimina el último gran obstáculo en el camino de Trump y prepara el escenario para una anticipada revancha entre el belicoso expresidente y actual ocupante de la Oficina Oval, Joe Biden, en las elecciones generales de 2024. 

Es un resultado aleccionador para Haley y sus partidarios, que la habían visto como la abanderada de un conservadurismo más tradicional y la mejor esperanza del Partido Republicano para superar la turbulenta era Trump.

Si bien Haley superó las expectativas al durar tanto tiempo, los resultados del Súper Martes dejaron en claro los límites de su apoyo. 

A pesar de las primeras victorias en el conservador Vermont y en la capital del país, Washington, DC, Haley no pudo superar la imponente popularidad de Trump entre la base republicana desde los primeros días de las primarias. 

Incluso en su estado natal de Carolina del Sur, sufrió una derrota de dos dígitos ante el hombre que una vez la nombró embajadora de las Naciones Unidas.

Las fuentes dijeron que en sus comentarios del miércoles, Haley reconocerá la voluntad de los votantes republicanos y al mismo tiempo argumentará que Trump debe hacer más para unir al partido en el futuro.

“Hoy, en un estado tras otro, sigue habiendo un gran bloque de votantes primarios republicanos que expresan profundas preocupaciones sobre Donald Trump”, dijo la portavoz de Haley, Olivia Pérez-Cubas, en un comunicado después del Súper Martes, un sentimiento que se espera que Haley haga eco.

Es un eufemismo decir que la carrera no se desarrolló como esperaban Haley y sus aliados.

Desde el principio, las encuestas mostraron que Trump mantenía una ventaja aparentemente insuperable a pesar de las credenciales y la experiencia de Haley en cuestiones de política exterior donde, según ella, el presidente había debilitado la posición de Estados Unidos. 

Ella fijó su candidatura en el éxito en New Hampshire, pero terminó en un distante segundo lugar detrás de Trump en enero, y tercero en los caucus de Iowa.

Sin embargo, Haley siguió adelante, agudizando sus críticas a Trump en el camino. 

Lo culpó por las distracciones y derrotas de los republicanos a nivel del Congreso, cuestionó su agudeza mental y lo acusó de ser demasiado blando con adversarios como Rusia. 

En los debates, Haley mostró una nueva voluntad de atacar directamente a Trump. 

Entre bastidores, dicen las fuentes, las tensiones entre las dos campañas se volvieron cada vez más amargas.

Ahora, sin camino a seguir, Haley no tiene más remedio que bajar el telón de su histórica pero infructuosa campaña. 

Lo hará tras haber alcanzado al menos un hito: ser la primera mujer en ganar una primaria presidencial republicana. 

El desempeño de Haley, aunque en última instancia insuficiente para detener la marcha de Trump, aún puede consolidar su estatus como voz líder en el Partido Republicano para una era post-Trump que ahora parece más lejana que nunca.

El apoyo a Haley por parte de republicanos moderados e independientes subraya las posibles vulnerabilidades en el enfoque de Trump, lo que sugiere un camino desafiante hacia la victoria en las elecciones generales.

La decisión de Nikki Haley de poner fin a su candidatura a la Casa Blanca ha consolidado la posición de Trump como candidato republicano y prepara el escenario para una revancha polémica entre Biden y Trump en las próximas elecciones, con implicaciones para la dinámica del partido y el sentimiento de los votantes.

Las elecciones prometen ser profundamente divisivas, y tanto Biden como Trump enfrentan bajos índices de aprobación entre los votantes.

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