El Partido Laborista obtuvo una victoria aplastante en las elecciones generales del Reino Unido, poniendo fin a 14 años de gobierno conservador y marcando el comienzo de una nueva era de liderazgo político.
Los resultados, anunciados a primera hora de la mañana del viernes, muestran que los laboristas obtienen una amplia mayoría de 170 escaños, según la encuesta a pie de urna, y sitúan a Sir Keir Starmer en camino de convertirse en primer ministro.
El Partido Conservador sufrió una derrota histórica: su porcentaje de votos se desplomó en 20 puntos, marcando su peor desempeño en casi 200 años.
Este golpe aplastante para los conservadores se produjo apenas cinco años después de que lograran una victoria aplastante bajo el gobierno de Boris Johnson.
La victoria marca un sorprendente cambio para los laboristas, que en 2019 se enfrentaron a su peor derrota electoral en casi un siglo bajo el gobierno de Jeremy Corbyn.
Sir Keir Starmer, quien asumió el liderazgo después de la derrota de 2019, ha logrado llevar al partido de regreso al centro de la política británica.
Prometió una “renovación nacional” y prometió “poner al país en primer lugar, al partido en segundo lugar”, prometiendo abordar la crisis del costo de vida, mejorar los servicios públicos y restaurar la confianza en el gobierno.
La magnitud de la derrota conservadora es innegable: numerosas figuras destacadas perdieron sus escaños, incluida la ex primera ministra Liz Truss, que sufrió la rara suerte de perder su escaño después de sólo 49 días en el cargo.
El exsecretario de Negocios y partidario del Brexit, Jacob Rees-Mogg, también sufrió una derrota, al igual que varios ministros del gabinete, entre ellos el secretario de Defensa, Grant Shapps, la líder de la Cámara de los Comunes, Penny Mordaunt, y la secretaria de Educación, Gillian Keegan.
El canciller Jeremy Hunt, que había sido visto como vulnerable en su circunscripción, logró conservar su escaño, aunque con una mayoría significativamente reducida.
Rishi Sunak, el Primer Ministro saliente, admitió la derrota el viernes por la mañana temprano, reconoció la victoria laborista y dijo que había llamado a Sir Keir Starmer para felicitarlo.
El discurso de aceptación de Sunak fue breve y moderado, reflejando la aleccionadora realidad de la desaparición de su partido.
La elección también fue una noche de sorpresas para otros partidos.
Nigel Farage, ex líder del UKIP y del Partido Brexit, logró su objetivo de convertirse en diputado por primera vez, tras una serie de candidaturas fallidas.
Su partido Reform UK, que hizo campaña con una plataforma de impuestos más bajos y un control de inmigración más estricto, obtuvo cuatro escaños, consiguiendo el apoyo de antiguos votantes conservadores y superando las expectativas de muchos encuestadores.
Farage, un crítico abierto del Partido Conservador, ha prometido apuntar a los votantes laboristas en las próximas elecciones.
Mientras tanto, el Partido Nacional Escocés (SNP) sufrió un revés significativo, perdiendo al menos 38 escaños, incluidos varios en Edimburgo.
El SNP ha estado plagado de controversias en torno a sus finanzas, y su declive sugiere un debilitamiento del movimiento independentista en Escocia.
Los resultados resaltan una serie de tendencias significativas en la política británica:
Fatiga de los votantes con los conservadores: Después de 14 años en el poder, el Partido Conservador parecía haber perdido contacto con las preocupaciones de muchos votantes, particularmente sobre el costo de la vida, la economía y la percibida falta de competencia y dirección en el gobierno.
El ascenso del centro izquierda: el Partido Laborista de Sir Keir Starmer se ha posicionado exitosamente como una alternativa viable a los conservadores, ofreciendo un enfoque de gobierno más pragmático y moderado.
El manifiesto del partido se centró en restaurar la confianza en el gobierno, abordar las necesidades de las familias trabajadoras y mejorar los servicios públicos.
Una derecha fragmentada: El ascenso del Reino Unido reformista y su éxito a la hora de atraer a votantes desilusionados con los conservadores demuestra la fragmentación de la derecha en la política británica.
Los resultados electorales suponen un importante punto de inflexión para la política británica.
La victoria de Sir Keir Starmer marca un repudio a los 14 años del Partido Conservador en el poder y un retorno a un panorama político de centro izquierda.
Sin embargo, con los conservadores enfrentando una lucha interna por el liderazgo y un Reino Unido reformista resurgiendo que busca desafiar a los laboristas desde la derecha, es probable que el panorama político en Gran Bretaña siga siendo volátil e impredecible.