La inestable democracia de Bolivia: un intento de golpe de estado, y una nación al límite

Bolivia se encontró al borde de otra agitación política el miércoles pasado, cuando una fuerza militar liderada por el exjefe del ejército, el general Juan José Zúñiga, intentó tomar el poder. 

El drama se desarrolló en la capital del país, La Paz, cuando vehículos blindados chocaron contra las puertas del palacio presidencial, un espectáculo que conmocionó tanto a la nación como a la comunidad internacional.

El intento de golpe fue un asunto caótico, con soldados tomando la céntrica Plaza Murillo, sede del palacio presidencial y del Congreso. 

El general Zúñiga, vestido con uniforme militar completo y flanqueado por tropas, se dirigió a los periodistas y citó la creciente frustración pública con el manejo de la crisis económica por parte del gobierno. 

“Dejen de destruir, dejen de empobrecer a nuestro país, dejen de humillar a nuestro ejército”, declaró, afirmando que la rebelión gozaba del apoyo popular.

El presidente Luis Arce, que había estado en el centro de la agitación política de 2019 cuando se vio obligado a dimitir bajo la presión de las protestas, respondió rápidamente, calificando los hechos como un “golpe de Estado” y reuniendo apoyo internacional para su asediado gobierno.

Arce, rodeado de soldados armados afuera del palacio presidencial, se dirigió a la nación y declaró: 

“El pueblo boliviano está convocado hoy. Necesitamos que el pueblo boliviano se organice y se movilice contra el golpe de Estado a favor de la democracia”. 

Su llamado a la unidad resonó en muchos, como escenas de sus seguidores reuniéndose en las calles y gritando “¡Lucho, no estás solo!” surgió rápidamente.

Sin embargo, el intento de golpe duró poco, ya que la fuerza militar, al carecer de un apoyo significativo, se retiró de la plaza y la policía tomó el control. 

El general Zúñiga fue arrestado, puesto bajo custodia y acusado de terrorismo y de liderar un levantamiento armado. 

Arce, en una medida decisiva, nombró un nuevo jefe del ejército, José Wilson Sánchez, quien pidió que se restableciera la calma y el orden.

El rápido desmoronamiento del intento de golpe dejó a muchos preguntándose acerca de sus causas subyacentes. 

Los analistas citaron una multitud de factores: los problemas económicos del país, con un banco central agotado, presión sobre la moneda boliviana y exportaciones de gas menguantes; la amarga rivalidad política entre Arce y su antiguo aliado, Evo Morales, que había amenazado con presentarse contra él en las elecciones de 2025; y la naturaleza fracturada del gobernante partido socialista MAS.

El intento de golpe también puso de relieve las profundas divisiones dentro de la sociedad boliviana. 

Si bien muchos condenaron la acción militar, algunos expresaron frustración con el actual clima político y económico, destacando la precariedad de la frágil democracia de Bolivia.  La comunidad internacional reaccionó rápida y decisivamente a los acontecimientos en Bolivia.

Líderes de todo el mundo, incluidos los de Estados Unidos, la Unión Europea, México y naciones latinoamericanas, emitieron enérgicas condenas del intento de golpe y expresaron su apoyo inquebrantable al gobierno de Arce y la restauración del orden constitucional.

La Organización de Estados Americanos (OEA), encabezada por Luis Almagro, afirmó: “La Secretaría General de la OEA condena enérgicamente los acontecimientos ocurridos en Bolivia. El Ejército debe someterse al poder civil legítimamente elegido”. 

Mientras tanto, Evo Morales, el expresidente que había estado enfrentado con Arce, llamó a sus seguidores a defender la democracia y denunció la acción militar.

Los acontecimientos en Bolivia ponen en evidencia la fragilidad de las instituciones democráticas en una región a menudo plagada de inestabilidad política. 

Si bien el intento de golpe fracasó, las tensiones subyacentes, incluidas la crisis económica, la rivalidad política y las profundas divisiones dentro de la sociedad, persisten. 

El camino hacia la estabilidad en Bolivia requerirá un esfuerzo concertado para abordar estos desafíos, para que el país no sea arrastrado por otra agitación política.

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