Cumbre BRICS en Rusia pone de relieve los cambios de poder a escala mundial

La ciudad rusa de Kazán fue testigo de un acontecimiento significativo en la geopolítica mundial: la 16ª cumbre anual de BRICS. 

Esta reunión fue especialmente notable porque marcó la ampliación del bloque, que originalmente comprendía a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, para incluir cinco nuevos miembros: Egipto, Irán, Etiopía, los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita.

La cumbre sirvió de plataforma para que el presidente ruso, Vladimir Putin, demostrara que su país, a pesar de enfrentarse a las sanciones occidentales y a una orden de arresto de la Corte Penal Internacional por presuntos crímenes de guerra en Ucrania, sigue siendo un actor clave en el escenario mundial. 

La presencia de líderes como Xi Jinping de China y Narendra Modi de India en Kazán dio credibilidad a este mensaje. 

Putin aprovechó la oportunidad para afirmar que los intentos de Occidente de aislar a Rusia por sus acciones en Ucrania habían fracasado. 

Putin incluso sugirió que el conflicto fue provocado por Occidente, citando específicamente el golpe de Estado de 2014 en Ucrania, que según él fue orquestado con el apoyo de Estados Unidos. 

Putin también descartó las acusaciones de interferencia rusa en la política occidental como infundadas, señalando investigaciones en Estados Unidos que concluyeron que no había conexiones ilícitas entre él y el expresidente Donald Trump.

Sin embargo, la cumbre no evitó abordar el conflicto en curso en Ucrania. 

Muchos líderes, incluido el brasileño Lula, pidieron una resolución pacífica de la guerra, instando a la desescalada y al inicio de negociaciones de paz. 

La declaración final de la cumbre, si bien no condenó explícitamente las acciones de Rusia, enfatizó la importancia de la estabilidad global y regional, la seguridad y la paz justa, reflejando las preocupaciones de muchos estados miembros con respecto al conflicto.

La expansión de BRICS fue vista ampliamente como una señal de la creciente influencia del bloque y su ambición de remodelar el orden global. 

La inclusión de países como Irán y Arabia Saudita, ambos actores importantes en Medio Oriente, agregó peso a esta percepción. 

El énfasis del bloque en la cooperación económica, evidente en las discusiones sobre el establecimiento de una bolsa de cereales y un sistema de pagos transfronterizos, fue interpretado como un esfuerzo por reducir la dependencia de las instituciones financieras dominadas por Occidente.

La cumbre provocó fuertes reacciones de varias personas y organizaciones. 

La figura de la oposición rusa Yulia Navalnaya condenó al Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, por reunirse con Putin, destacando la controversia en torno a la asistencia del jefe de la ONU a la cumbre. 

Guterres, sin embargo, defendió su presencia, enfatizando la necesidad de un compromiso con todas las partes para lograr la paz en Ucrania y reducir la escalada de la situación en Oriente Medio.

Jim O'Neill, el economista que acuñó el término “BRIC”, expresó su preocupación por la evolución del bloque hasta convertirse en un rival percibido de foros internacionales existentes como el G7 y el G20. 

Algunos analistas también cuestionaron la eficacia de BRICS como fuerza geopolítica, señalando su falta de una moneda común o una visión unificada.

La cumbre de BRICS sin duda marcó un cambio en el equilibrio de poder global. 

Aún está por verse si el bloque puede desafiar con éxito el orden liderado por Occidente y cumplir con sus promesas de reforma económica y política. 

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