Una ola de misteriosos avistamientos de drones comenzó alrededor del Día de Acción de Gracias en Nueva Jersey, y contagió a la nación con una mezcla de intriga y aprensión.
Los residentes informaron haber visto formaciones de drones, más grandes que los modelos típicos de aficionados, volando de noche por todo el estado.
Los avistamientos se concentraron alrededor del condado de Morris, específicamente cerca de Picatinny Arsenal, una instalación de investigación militar, y el Trump National Golf Club en Bedminster.
La gran cantidad de avistamientos y su proximidad a lugares sensibles rápidamente alimentaron la preocupación pública.
A la intriga se sumó la falta de una explicación clara sobre el origen o el propósito de los drones.
Los legisladores comenzaron a presionar a las agencias estatales y federales para obtener respuestas, exigiendo mayor transparencia y acción.
El gobernador de Nueva Jersey, Phil Murphy, buscando abordar la creciente preocupación pública, escribió una carta a la administración Biden solicitando más recursos para la investigación.
La asambleísta Dawn Fantasia, que representa las zonas afectadas por los avistamientos, reveló que los informes habían estado llegando desde el 18 de noviembre, detallando que entre cuatro y 180 aeronaves aparecieron desde el anochecer hasta las 11 p.m.
A medida que el misterio se profundizaba, la atención se centró en identificar los drones.
Los testigos describieron las aeronaves como más grandes que las que suelen utilizar los aficionados, lo que alimentó aún más las especulaciones sobre su propósito y sus operadores.
Si bien los drones son legales tanto para uso recreativo como comercial en Nueva Jersey, están sujetos a las regulaciones locales y de la FAA, incluida la certificación obligatoria para los operadores.
El presidente electo Donald Trump entró en la contienda con una declaración característicamente audaz en las redes sociales, expresando su creencia de que el gobierno sabía más de lo que estaba dejando ver e instando a las autoridades a “dejar que el público lo sepa, y ahora. De lo contrario, ¡derribarlos!”.
Mientras tanto, los avistamientos continuaron extendiéndose más allá de Nueva Jersey, llegando a la ciudad de Nueva York, donde el alcalde Eric Adams confirmó una investigación en curso en colaboración con funcionarios federales y de Nueva Jersey.
En medio de la incertidumbre y las teorías contradictorias, el Senador Andy Kim tomó el asunto en sus propias manos, embarcándose en una “cacería de drones” en la zona rural del norte de Nueva Jersey, con la esperanza de arrojar luz sobre el desconcertante fenómeno.
Funcionarios federales sostuvieron que muchos de los avistamientos reportados probablemente eran aeronaves tripuladas mal identificadas, como aviones y helicópteros.
Sin embargo, esta explicación no logró calmar el malestar público, ya que muchos señalaron la consistencia, duración y patrones de formación de los avistamientos, características que parecían inconsistentes con las aeronaves convencionales.
El FBI alentó a los residentes a compartir cualquier vídeo o foto que pudieran tener de los drones, con la esperanza de reunir más evidencia y potencialmente identificar a los operadores.
Sin embargo, una declaración conjunta emitida por el FBI y el Departamento de Seguridad Nacional reconoció que aún no habían corroborado ningún avistamiento con detección electrónica, y que algunas imágenes revisadas parecían mostrar aeronaves tripuladas.
A pesar de la falta de evidencia concluyente, algunos funcionarios adoptaron una postura más asertiva.
El Senador Andy Kim Richard Blumenthal de Connecticut pidió que los drones sean “derribados, si es necesario”, especialmente si sobrevolaban aeropuertos o bases militares.
Enfatizó la urgencia del análisis de inteligencia y la necesidad de abordar las inquietudes públicas, aunque reconoció la posibilidad de que los drones pudieran ser operados por individuos “deshonestos”.
El representante Chris Smith criticó la “respuesta tibia” de las agencias estatales y federales, argumentando que los residentes de Nueva Jersey merecían acción y respuestas inmediatas. Subrayó la naturaleza significativa y recurrente del fenómeno, instando a una respuesta rápida y decisiva.
La creciente preocupación impulsó al gobernador Murphy a comunicarse con Liz Sherwood-Randall, asesora de seguridad nacional de la Casa Blanca, para expresar sus inquietudes sobre la respuesta del gobierno federal.
Prometió seguir presionando al gobierno federal, incluido el FBI, para obtener respuestas en nombre del público.
A pesar de las inquietudes y los llamados a la acción, el FBI declaró oficialmente que los avistamientos de drones en Nueva Jersey no parecían representar una amenaza para la seguridad nacional.
Señalaron que no se había informado de ninguna actividad confirmada con drones en ningún espacio aéreo restringido.
El misterio de los drones de Nueva Jersey sigue sin resolverse, incluso sin que haya una amenaza aparente para la seguridad.
Los detectives ciudadanos siguen investigando, analizando la información y fomentando la verificación de los hechos.
En medio de la incertidumbre y las preguntas persistentes, una cosa es segura: el episodio ha capturado la imaginación del público, destacando la creciente ansiedad en torno a la tecnología de los drones y su potencial uso indebido.