Donald Trump ganó las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2024 contra Kamala Harris el martes 5 de noviembre.
La decisiva victoria de Trump marca el comienzo de un segundo mandato que podría reconfigurar las alianzas y el comercio globales, particularmente en Asia.
El primer mandato de Trump (2016-2020) estuvo marcado por una ruptura con las normas tradicionales de política exterior estadounidense.
Lanzó una guerra comercial con China, una medida criticada por muchos países en ese momento, y se enfrentó directamente con Kim Jong Un de Corea del Norte y la entonces presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen.
Trump se ha comprometido a redoblar su visión de “Estados Unidos primero” en su segundo mandato, lo que genera preocupaciones sobre políticas proteccionistas aún más agresivas.
Se espera que una de sus primeras acciones sea la implementación de aranceles, una medida que los economistas anticipan que apuntará a países como China, Canadá, México y la Unión Europea.
Los aranceles propuestos por Trump han generado ansiedad en toda la economía global.
Una preocupación clave es la posibilidad de un arancel del 60 por ciento sobre las importaciones chinas.
Los expertos predicen que esto podría aumentar las tensiones entre las dos economías más grandes del mundo y perturbar las relaciones ya tensas.
Esto podría conducir a aranceles de represalia de otros países, lo que desencadenaría una guerra comercial global con graves consecuencias para el crecimiento global.
Asia, que depende en gran medida del comercio, es particularmente vulnerable a los cambios en la política estadounidense.
La región cuenta con algunas de las economías más dependientes del comercio del mundo, incluidos aliados estadounidenses como Corea del Sur, Japón, Taiwán y Vietnam.
Los aranceles propuestos por Trump podrían dañar a estos países, lo que podría llevar a una disminución del 8 por ciento en las exportaciones y una disminución del 3 por ciento en las importaciones.
El director del fondo soberano de riqueza de Singapur, Rohit Sipahimalani, ha advertido que tales aranceles podrían desestabilizar el crecimiento global.
Mientras que algunas empresas chinas, como la empresa de lámparas de James Cheng, han diversificado su producción para mitigar los riesgos arancelarios, Beijing está dando señales de una postura más dura en materia de comercio.
Los analistas creen que China está más preparada para tomar represalias esta vez, posiblemente utilizando herramientas como la devaluación de la moneda, sanciones contra empresas estadounidenses y medidas que podrían exacerbar la inflación estadounidense.
Taiwán enfrenta un conjunto diferente de desafíos. A pesar de las críticas de Trump a las prácticas comerciales de Taiwán, también ha amenazado con duras sanciones contra China si invade la isla.
Este mensaje contradictorio deja a Taiwán en una posición precaria, que requiere maniobras cuidadosas para asegurar sus intereses ante la nueva administración.
Europa también está lidiando con las implicaciones de las políticas comerciales de Trump.
Se discute sobre posibles estrategias para minimizar el impacto de los aranceles, que van desde ofrecer concesiones mediante el aumento de las compras de bienes estadounidenses como el gas licuado y la soja hasta forjar acuerdos geopolíticos que impliquen un mayor gasto en defensa.
Sin embargo, la inestabilidad política y la debilidad económica en Europa plantean dudas sobre la eficacia de las contramedidas.
Mientras tanto, las empresas estadounidenses están ajustando proactivamente sus operaciones para navegar por el cambiante panorama comercial.
El fabricante de calzado Steve Madden, anticipándose a la implementación de aranceles, ha anunciado una reducción sustancial de su abastecimiento desde China.
La empresa planea disminuir las importaciones de China hasta en un 45 por ciento, trasladando la producción a otros países como Camboya, Vietnam, México y Brasil.
Las políticas comerciales de Trump han reavivado los temores de inflación. El presidente de la Reserva Federal de Minneapolis, Neel Kashkari, ha advertido que una guerra comercial de “ojo por ojo”, con aranceles crecientes y represalias, podría afectar gravemente la inflación a largo plazo.
Los economistas han expresado preocupaciones similares sobre los posibles efectos inflacionarios de las políticas de inmigración de Trump.
Los expertos predicen que Trump priorizará la política de inmigración, promulgando medidas como restringir las admisiones de refugiados y restablecer la política de “permanecer en México” para los solicitantes de asilo.
Esto podría generar tensiones en el mercado laboral estadounidense, lo que podría generar salarios más altos y más presión inflacionaria.
El segundo mandato de Trump promete un período de cambios y ajustes significativos para la economía global.
Su enfoque proteccionista y su política exterior impredecible están destinadas a seguir perturbando las alianzas y las relaciones comerciales establecidas.
El mundo está observando de cerca cómo los países y las empresas elaboran estrategias para adaptarse a esta nueva era de incertidumbre.
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