Ataque terrorista en Nueva Orleans: ¿Un lobo solitario o una conspiración mayor?

En las primeras horas del 1 de enero de 2025, una terrible tragedia golpeó el corazón de Nueva Orleans. 

Mientras los juerguistas celebraban el Año Nuevo en Bourbon Street, un hombre llamado Shamsud-Din Jabbar, un veterano del ejército de los EE. UU. de 42 años, estrelló su camioneta Ford F-150 Lightning alquilada contra una multitud. 

El impacto fue devastador, cobrándose inicialmente la vida de 10 personas e hiriendo a otras 35. 

Después de estrellar el vehículo, Jabbar salió y disparó contra los agentes de policía que acudieron a responder, participando en un tiroteo mortal antes de recibir un disparo mortal. 

Dos agentes resultaron heridos en el intercambio, pero se informó que se encontraban en condición estable.

Inmediatamente, el Departamento de Policía de Nueva Orleans instó al público a mantenerse alejado del área mientras comenzaba la investigación, dirigida por el FBI. 

Una ola de conmoción y dolor recorrió la ciudad cuando el número de muertos aumentó a 15, y el forense atribuyó todas las muertes a heridas por objetos contundentes. 

La víctima más joven tenía 18 años y la mayor 63, y la mayoría tenía entre 20 y 30 años.  Uno de los fallecidos era ciudadano británico.

En medio del caos, surgió un detalle escalofriante: se encontró una bandera de ISIS dentro de la camioneta de Jabbar, junto con una pistola, un rifle tipo AR y lo que parecía ser un artefacto explosivo improvisado. 

Esto, junto con publicaciones en las redes sociales de Jabbar antes del ataque, encendió las preocupaciones sobre un posible ataque terrorista inspirado por el grupo Estado Islámico. 

Las publicaciones de Jabbar revelaron una mentalidad preocupante. 

Había declarado su intención de dañar a su familia y amigos, pero cambió su objetivo y expresó su deseo de que las noticias se centraran en la “guerra entre los creyentes y los incrédulos”. En sus vídeos, afirmó haberse unido a ISIS e incluso incluyó su testamento.

Para aumentar la ansiedad, se descubrieron dos artefactos explosivos improvisados ​​adicionales en refrigeradores colocados estratégicamente en Bourbon Street, lo que llevó a los técnicos en bombas a ponerlos a salvo con cuidado. 

Las imágenes de vigilancia confirmaron que Jabbar había colocado estos dispositivos. Mientras tanto, un incendio en una casa de alquiler temporal en Nueva Orleans utilizada por Jabbar lo implicó aún más. 

Las pruebas sugirieron que provocó el fuego intencionalmente para destruir la casa y cualquier evidencia incriminatoria que hubiera en su interior, lo que pone de relieve sus esfuerzos calculados. 

Las investigaciones de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos también descubrieron materiales para fabricar bombas, que se habían puesto a salvo, junto con otros elementos de interés tanto en la casa de alquiler como en la casa de Jabbar en Houston, Texas, lo que profundizó el misterio que rodea sus motivos y acciones.

Las reacciones al ataque llegaron de todo el país. El presidente Joe Biden expresó su “enojo y frustración”, enfatizando la investigación en curso y la necesidad de reunir todos los hechos.

Más tarde afirmó que el ataque fue inspirado por el grupo Estado Islámico, una declaración de la que se hicieron eco los funcionarios del FBI. 

Christopher Raia, subdirector adjunto del FBI de la División Antiterrorista, calificó el evento como un “acto de terrorismo premeditado y malvado” durante una conferencia de prensa en Nueva Orleans.

A pesar de la abrumadora evidencia que sugiere el estado perturbado de Jabbar y la posible inspiración de ISIS, varios periodistas instaron a ser cautelosos a la hora de retratar al atacante como un terrorista solitario. 

Destacaron una tendencia en la cobertura mediática a atribuir rápidamente tales ataques a ISIS sin un examen exhaustivo de los antecedentes y el estado mental del perpetrador. 

Esta narrativa simplista, argumentaron, eludió convenientemente preguntas más profundas sobre el servicio militar de Jabbar en Afganistán, sus luchas personales, incluido su divorcio y su supuesta ira hacia su familia, y el papel potencial de estos factores en su radicalización.

Estos periodistas señalaron la necesidad de una cobertura responsable, abogando por una comprensión más matizada del evento. 

Destacaron la importancia de considerar todos los hechos conocidos, incluidas las crisis personales de Jabbar y los posibles problemas de salud mental, antes de apresurarse a sacar conclusiones sobre sus motivaciones. 

Argumentaron que esto era crucial para evitar reforzar estereotipos dañinos y alienar aún más a las comunidades marginadas. 

También advirtieron contra el énfasis excesivo en las conexiones tenues con ISIS, ya que esto podría alimentar el sentimiento antimusulmán y políticas dañinas.

A medida que Nueva Orleans volvía gradualmente a la normalidad, el impacto del ataque seguía siendo palpable. 

La calle Bourbon, habitualmente llena de vida y música, tenía una atmósfera sombría mientras los lugareños y los turistas presentaban sus respetos en un monumento cada vez más grande para las víctimas. 

Flores, velas y oraciones sirvieron como recordatorios conmovedores de las vidas que se perdieron trágicamente. 

Después de este desgarrador suceso, la ciudad, la nación y los medios de comunicación se vieron obligados a lidiar con las complejidades del terrorismo, la salud mental y la importancia de informar de manera responsable.

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