Explorando el legado de Willie Mays: desentrañando el momento icónico que definió su carrera

Willie Mays, el legendario jugador de béisbol conocido como “Say Hey Kid”, el electrizante jardinero central del Salón de la Fama que cautivó a generaciones con su talento incomparable y su contagiosa alegría por el juego, falleció el martes a la edad de 93 años en San Francisco. 

La causa de la muerte fue una insuficiencia cardíaca, según su hijo Michael Mays, quien dijo que su padre “falleció en paz y entre sus seres queridos”.

La noticia del fallecimiento de Mays conmocionó al mundo del béisbol y más allá, ya que era ampliamente considerado como uno de los jugadores más grandes que jamás haya adornado el diamante. 

Mays dejó un legado que se extendió mucho más allá de la brillantez estadística de sus 22 años de carrera en las Grandes Ligas. 

Fue, en palabras del presidente de los Giants, Greg Johnson, “una inspiración y un héroe”, una figura que trascendió el deporte para integrarse al tejido social estadounidense.

Su notable carrera abarcó 22 temporadas, principalmente con los Gigantes de Nueva York y San Francisco, donde deslumbró a los fanáticos con su incomparable combinación de poder, velocidad y brillantez defensiva.

El impacto de Mays en el juego fue inmenso y su legado se extendió mucho más allá del diamante de béisbol. 

Fue un pionero que derribó barreras raciales e inspiró a generaciones de jugadores y fanáticos por igual. 

Su viaje desde el sur profundo segregado de su infancia hasta convertirse en una figura venerada honrada por el presidente Barack Obama con la Medalla Presidencial de la Libertad en 2015 es un testimonio de su perseverancia y el impacto que tuvo en la cultura estadounidense.

Las reacciones llegaron desde todo el mundo del deporte y más allá, y muchos expresaron su admiración por el talento y la influencia de Willie Mays.

El presidente Obama, que otorgó a Mays la Medalla Presidencial de la Libertad, dijo en un comunicado en X:

“Willie Mays no fue sólo un atleta singular, bendecido con una combinación incomparable de gracia, habilidad y poder. También fue un atleta maravilloso, persona cálida y generosa, y una inspiración para toda una generación”.

Barry Bonds, ahijado de Mays y también leyenda del béisbol, expresó su angustia en Instagram y escribió: “Estoy más que devastado y abrumado por la emoción. No tengo palabras para describir lo que significas para mí”.

La MLB rindió homenaje a Mays y dijo: “Estamos desconsolados al enterarnos del fallecimiento de Willie Mays, uno de los jugadores más emocionantes en la historia de nuestro deporte”.

El impacto de Mays se extendió más allá del diamante de béisbol, ya que fue un ícono cultural que trascendió su deporte. 

Frank Guridy, profesor de Estudios Afroamericanos y de la Diáspora Africana en la Universidad de Columbia, resumió la importancia de Mays diciendo:

“Mays era esta mega super estrella negra en este país que de alguna manera fue capaz de trascender su origen como alguien del Sur de Jim Crow” para volverse atractivo para los blancos estadounidenses. Pudo ser negro y representar la intervención negra en el deporte, manteniendo al mismo tiempo una estatura majestuosa que resulta atractiva para todas las personas”.

A lo largo de su carrera, Mays acumuló números asombrosos que consolidaron su lugar entre los grandes de todos los tiempos. 

Bateó .301, conectó 660 jonrones (la sexta mayor cantidad de todos los tiempos), registró 3.293 hits (la duodécima mayor cantidad), impulsó 1.909 carreras (la undécima mayor cantidad) y anotó 2.068 carreras (la séptima mayor). 

Fue 24 veces All-Star, ganó 12 premios Guante de Oro y fue nombrado Jugador Más Valioso de la Liga Nacional en 1954 y 1965.

Sin embargo, el legado de Mays va más allá de las meras estadísticas. Era un showman que cautivaba a los fanáticos con su estilo y garbo, ya fuera por sus características capturas de canasta, su atrevida carrera de bases o la forma en que usaba su gorra, un tamaño demasiado pequeño, permitiéndola volar mientras corría alrededor de las bases.

Quizás ninguna jugada encapsuló mejor la brillantez de Mays que “The Catch”, su icónica atrapada por encima del hombro del elevado elevado de Vic Wertz en la Serie Mundial de 1954. La jugada, que muchos consideran la mejor jugada defensiva en la historia del béisbol, personificó el atletismo, la gracia y el ingenio de Mays.

A medida que se difundió la noticia del fallecimiento de Mays, llegaron homenajes desde todos los rincones del mundo del deporte y más allá, y muchos reflexionaron sobre su impacto tanto dentro como fuera del campo.

“Willie Mays salvó el juego”, dijo el jardinero Salón de la Fama Monte Irvin, mentor de Mays y primer compañero de cuarto con los Gigantes. “Si los Indios hubieran ganado ese primer juego, podrían haber sido ellos los que hubieran ganado cuatro seguidos”.

Si bien Mays fue venerado por sus hazañas en el campo, también jugó un papel importante en el movimiento de derechos civiles, aunque de manera más silenciosa que algunos de sus contemporáneos. 

Como el mejor jugador y miembro de mayor rango de los Gigantes de San Francisco en la década de 1960, marcó la pauta y mantuvo la paz en lo que entonces era el clubhouse más diverso del béisbol.

El impacto de Mays se extendió más allá del campo de juego, ya que se dedicó a esfuerzos filantrópicos a través de su Fundación Say Hey, cuyo objetivo era brindar oportunidades positivas a los jóvenes desfavorecidos. 

“Hago lo que puedo por la gente, hombre”, dijo Mays en una entrevista de 2021 con el San Francisco Chronicle. 

“Cuando los niños me piden algo, se lo doy. Se lo doy porque estarán aquí después de que yo me vaya, y quiero que los niños disfruten de lo que puedan disfrutar”.

Mientras el mundo del béisbol llora la pérdida de uno de sus mayores íconos, el legado de Mays perdurará como testimonio de su talento incomparable, su espíritu pionero y su impacto duradero en el juego y el panorama cultural más amplio.

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